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domingo, septiembre 06, 2015

EL BOTELLA

Cuando no sabes como ni cuando te convertiste en una carga...

Estimado:

          Supongamos que un día vuelves cansado a casa desde Madrid. Bajas en la parada de utobús ya oscura y diriges tus pasos hacia tu hogar. De pronto, y dada la ausencia de luz tus pies golpean algo que tu sientes va a caer unos cuantos metros más allá. Sientes unos pasos que se apuran y cuando miras a tu costado ves a un quiltro (perro mestizo de la calle) con una botella plástica en la boca que te mira con curiosidad. Entiendes que lo que pasaste a patear fue la botella y que el lo ha interpretado como un juego. Lo miras con simpatía y sigues. Cuando abres la reja de tu jardín y te volteas a cerrar, ahí esta de nuevo. Te ha seguido hasta tu casa y todavía tiene la botella en la boca. "pobre" piensas y entras. 
       Imaginemos que al día siguiente estas sacando tu carro del garage cuando sientes un ruido extraño bajo tus ruedas. Bajas para cerrar la puerta y descubres que lo que el carro a aplastado es una botella plástica y recuerdas al perro de la noche anterior. Un poco más allá bajo la sombra de un árbol descansa el can. Al verte levanta la cabeza y se incorpora. Tu te montas rápidamente en el carro y  te vas. Con el rabillo del ojo, lo ves como se queda mirándote sólo y parado mientras tu te alejas. Por la noche sales a sacar la basura y en la puerta del jardín hay botadas 3 botellas plásticas. Te agachas a recogerlas y el quiltro se acerca con cuidado. Te mira con humildad y alegría como diciendo "mira te traje más botellas para que juguemos como anoche." le sonríes con lástima y ternura. Y le dices " lo de ayer fue una casualidad" él, que no entiende, agita su cola fuertemente al oírte hablar y se acerca unos pasos. "ni lo sueñes" musitas  "ya anda a buscar otro amigo" y entras a casa. Una vez dentro la curiosidad te gana y volteas a ver si se ha marchado. Pero sigue ahí, como esperando que vuelvas a salir. Cuando asume que no habrá más, gira sobre si mismo y se recuesta contra tu reja. 
        Pensemos que a la mañana siguiente cuando sales de casa ya no son tres sino 5 las botellas plásticas en tu jardín. Que perseverancia, lo que hace la soledad!! Y él te mira con una expresión triunfante en su rostro. Te acercas a él mientras te agachas y el se mueve sigiloso hacia ti metiendo su cola entre las piernas. "huachito" y le sobas la testa "¿Que piensas que voy hacer con estas botellas? No puedes seguir trayendo basura a mi puerta, y aunque celebro tu postura proreciclaje, tampoco soy tu amigo, fue una simple casualidad, era de noche y yo patee la botella sin querer, no quería jugar contigo. Además no puedes quedarte a vivir en mi antejardin anda a buscar más perritos callejeros para que te hagan compañía" mientras continuas acariciando sus sucias orejas. Pero ahora el que no entiende eres tu, lo has tocado con ternura y hablado con suavidad, mucho más de lo que en su vida a recibido, además de miles de "andate de aquí, córrete mierda" o un "sal de aquí" mientras lo amedrentan con un palo o una patada. Has cometido tu primer error, pero para él, es el gesto de aceptación más bello que jamás a recibido. Su cola ya no sólo se agita sino que su cuerpecito ahora es atravesado por un suave temblor de felicidad. "No seas malo, no me mires con esa cara ni intentes manipularme, a otro perro con ese hueso, yo no puedo cuidarte". Pero no le gritas, ni lo correteas, no puedes evitar sentir simpatía por él. Pasan los días y la secuencia se repite, el sigue ahí afuera de tu jardín, expectante a tu aparición. Una vez pones un pie fuera de la puerta el toma una botella y se acerca a ti. Tu has decidido ignorarlo, pero ya te está resultando difícil no ceder a su tenacidad y ternura.No sabes donde se alimenta, ni lo que hace mientras tu no estas, pero ya te has acostumbrado a su presencia. Un día cansado de fingir no verlo tomas una botella y la pateas muy fuerte, el corre raudo y vuelve dichoso con su testimonio. "bueno, eso es todo lo que has a tener de mi, un botellazo y un cariño de vez en cuando, ok?" el parece entender, no quiere nada más que un poco de tu atención, con eso le basta y hasta le sobra. Ahora pensemos que pasan semanas y cuando no lo ves lo buscas en el horizonte, estás tentado de ponerle un nombre pero sabes que eso sería un paso sin retorno en esta extraña relación que han establecido. Cada vez te cuesta más cerrar la reja del jardín y dejar afuera sus ojos tristones, pero tu gran problema ahora es que a tu pareja no le gusta este perro. Tu ya estás casi convencido, pero fuiste tu el que se negó a comprar un perro un tiempo atrás aduciendo problemas de plata y tiempo. Porque ahora tendrían que aceptar a este aparecido? "quizás de donde viene, que bichos tiene, míralo si es negro y feo". Pero tu ya claudicaste y lo encuentras hasta lindo. Tu relación con el es casi un affaire. en tu camino al autobús o cuando sales a barrer la calle, le hablas, pateas unas cuantas botellas, le acaricias la cabeza, le cuentas cosas y hasta le haces preguntas. Ha escondidas has comenzado a dejarle agua bajo el árbol por que el calor del verano es fuerte, y cuando nadie te ve  sales y le tiras por la reja los restos de la cena. El verano pasa y se viene el otoño. Una noche te despiertas con el ruido de la lluvia sobre el techo y piensas en el perro. Te levantas a mirar por la ventana para ver dónde está. Tu pareja sabe lo que piensas "y cuando haga frío lo vas a meter a la casa, y en un par de meses va a estar durmiendo entre nosotros" ""Pero si es un buen perro, es limpio, casi no ladra, es tenaz, terco y me quiere, aunque no se por qué. Sólo voy a abrirle la reja del jardín para que se guarezca en la casa. Se está mojando y me da pena dejarlo ahí" No hay respuesta, pero como tampoco hay oposición asumes que tu argumento ha sido aceptado y sales a buscarlo. Corres bajo la lluvia y abres la reja y le dices "ya, entra, apurate" el te mira confundido y no se mueve. Ven, ven, te estas mojando y yo también, no seas tonto. Sigue sin entender. Te acercas y lo empujas entra te dicen. Al día siguiente te descubres volviendo a casa con una bolsa de alimento para perros. El ya no sabe como responder a tanto cariño, ejecuta pequeños saltos y giros cuando te acercas,  tiembla, se frota contra ti. Por las noches sales al jardín a fumar un cigarrillo y el se sienta a tu lado. Tu le hablas de todo mientras le acaricias una pata, cuando te detienes el cambia de pata. La situación ya es claramente lo que es, un hombre y su perro, pero este perro no tiene nombre, te has negado o más bien te han prohibido que lo hagas. Pero secretamente tu piensas en el, como "el botella".  No puedes quejarte este animal es pura buena vibra y cariño, no provoca problemas y su compañía se agradece, ya no te esfuerzas en esconder tu simpatía por el. 
Un día al volver a casa, el botella no se levanta a recibirte, que te pasa te estas poniendo viejo y flojo le dices, pero al día siguiente lo mismo y cuando observas su plato ves que ni ha comido. ¿Que te pasa? ¿Te sientes mal? Llevarlo al veterinario sería definitivamente asumir que entre ustedes hay algo, así que te niegas por unos días. Pero la preocupación te gana y terminas llevándolo al doctor. Ahí el veterinario te explica que lo que tiene es una neumonía y necesita un tratamiento, esto significa medicamentos, dieta y por sobre todo el calor de una casa. Le dices que si a todo pero sabes que esto sera un problema al llegar casa. Antes de entrarlo, vas y hablas con tu pareja suavemente para explicarle lo que sucede. La discusión estalla y es acalorada. Pero al rato sales decidido y lo entras a la casa.  Las semanas de tratamiento se hacen eternas, y las discusiones también. Hasta que Un día agotado te ves mirándolo y le dices 
     ¿En que puto momento te convertiste en un problema? ¿Ahh? ¿Por que? ¿Por que si yo no te escogí ni te pedí que vinieras? ¿Por que yo? Me tienes bien cansado...
Supongamos que conoces la sensación.
No tengo idea como termina la historia. Te dije mi problema son los finales.