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martes, abril 29, 2008

De tu ausencia o como sobrevivir Concepción sin ti (Parte 1)

Siempre ha sido difícil venir a Concepción, la angustia me apreta el pecho y hasta antes de poner un pie fuera de la casa aún estoy preguntándome ¿no será mejor que me quede? Me cuesta volver a este terruño, extrañas circunstancias hacen que el temor me embargue cada vez que emprendo rumbo en esta dirección, sin embargo aquel miedo, una vez aquí desaparece y me parece un tremendo absurdo aquel temor previo, pero aun así y sin embargo mi recapacitación una vez en tierras penquistas, el ciclo sigue repitiéndose una y otra vez en cada viaje que me trae hasta aquí.

Ayer, afortunadamente no tuve posibilidad de escapar y la presencia del Negro me obligó a hacerme la valiente y poner mis dos patitas y humanidad sobre un siempre querido pero vilipendiado Eme Bus. Cuando aún esperaba en el andén revisé los boletos y recién ahí caí en cuenta de mi autómata compra y recordé el asiento 32, Una pena extraña me embargo. Durante el viaje, no fui capaz de hablar mucho, mi pecho estaba apretado y mis palabras cohibidas, pero una vez que iniciamos el descenso desde el peaje, descubría porque hacia mas de 3 meses que no quería volver a esta ciudad. Fue cuestión de segundos en que mi garganta se apretó y sentí ese incontrolable nudo que cristaliza tus ojos, e inclina el rictus de tu boca. Mil imágenes se vinieron a mi cabeza, miré al Negro y entre pucheros le dije "no quiero llegar" "Pero negrita como no vamos a llegar si ya estamos aquí!" "No quiero llegar al terminal" refuté y me largue a llorar. Y recordé esas mañanas heladas en las que madrugabas feliz contar de ir a buscarme, y a mi se me apretaba el estómago de sólo ver tu auto al doblar al ingreso del terminal, esos abrazos eternos al encontrarnos y esos abrazos ansiosos al despedirnos, te vi junto a mi viejo agitando las manos desde el andén y después tirándome besos desde la calle. Y yo siempre sentada en el asiento 32 igual que ayer, sólo que ayer no estabas tú.

El camino ha casa se hizo eterno, por salud no mire al pasar por carrera, pero si mire y recordé la esquina (Carrera/Lincoyán) en que te esperé ansiosa para nuestra primera cita. Luego se vino el puente, el rio, la entrada de mi casa, mi pieza o lo que aún queda de mi en ella, y ya como es costumbre, tan sólo al cruzar el umbral de la puerta, lloré otra vez. Me vi escuchando el ruido de un motor y el sonido de una alarma o la bocina de caballo para brincar y asomarme por la ventana de triángulos para asegurarme que eras tu, para luego correr veloz escaleras abajo a abrir la puerta sin que siquiera hubieras tocado el timbre.
¿Se puede amar así otra vez? ¿Con esa misma intensidad?

Llevo tan solo 15 horas en Concepción de ellas he dormido 8 y las otras 7 las he pasado básicamente pensando en ti, en tu casa, tus amigos, nuestros encuentros, nuestros callaos después de almuerzo, uff tantas cosas. Sin duda sobrevivirte las próximas 52 horas que aún me restan por acá serán difíciles pero me he apertrechado bien y evitaré zonas peligrosas de alto potencial nostálgico.
Como una forma de castigo he enviado las lluvias a Santiago y aquí brilla un día soleado, tibio y húmedo típico de las orillas del Bio Bio.

Sentada junto a la ventana de mi cuartito de infancia veo el rio luminoso y pleno, mientras el sol calienta mis manos que escriben ansiosamente en el computador. La vista es única e incomparable, tan penquista que emociona. El valle central con sus grandes pastizales y su tecnología de punta jamás tendrá la capacidad de emocionar y evocar como estos parajes.

Resulta paradójico pensar que los dos abandonamos esta ciudad con una sola certeza, no volver a ella. Sin embargo gran parte del guión de nuestro amor, ese que no alcanzamos a terminar ni contar a nuestros hijos, ese que habría sido un gran best seller, que nos habría dado, oscares, palmas y globos de oro, y entregado el mejor regalo que soñamos: una familia, fue escrito aquí, a orillas del Bio Bio, pero para ser vivido lejos de él.

Ya verás como también te costará sobrevivir esta ciudad sin mi y volverás a extrañarme.

TE AMO

PD: Manda mantas que el frío sin ti cala los huesos.

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